El apóstata de corazónhe
De Charles G. Finney
De sus caminos será hastiado el necio [apóstata] de corazón. – Pr. 14:14.
NO PUEDO concluir esta serie de conferencias sin prevenir a los conversos contra la apostasía. Al discutir este asunto, estableceré:
I. Lo que no es apostatar de corazón.
II. Lo que es apostatar de corazón.
III. Cuáles son las evidencias de apostatar de corazón.
IV. Mostrar cuáles son las consecuencias de apostatar de corazón.
V. Cómo recuperarse de ese estado.
I. Lo que no es apostatar de corazón.
1. No consiste en el aquietamiento de emociones altamente incitadas. El aquietamiento de sentimiento religioso puede ser una evidencia de un corazón apóstata, pero no consiste en el enfriamiento de sentimiento religioso.
II. Lo que es apostatar de corazón.
1. Consiste en retractarse de esa consagración a Dios y su servicio que constituye la verdadera conversión.
2. Es el abandono, por un cristiano, de su primer amor.
3. Consiste en la retirada del cristiano de un estado de devoción entera y universal a Dios, que constituye la verdadera religión, y volver bajo el control de un espíritu de agradarse a sí mismo.
4. El texto implica que puede haber un corazón apóstata cuando la forma de religión y obediencia a Dios son mantenidas. Como sabemos por la conciencia que los hombres realizan los mismos actos, o actos similares, por motivos ampliamente diferentes, y con frecuencia por motivos opuestos, estamos seguros que los hombres pueden mantener todas las formas externas y apariencias de religión, cuando de hecho, son apóstatas de corazón. No hay duda, que el egoísmo más intenso a menudo toma un tipo religioso, y hay muchas consideraciones que puede llevar al apóstata de corazón a mantener las formas, mientras ha perdido el poder de devoción en su alma.
III. Cuáles son las evidencias de apostatar de corazón.
1. La formalidad manifiesta en ejercicios religiosos. Una manera formal y estereotipada de decir y hacer cosas, la cual es claramente el resultado del hábito en vez del fluir de brotes de vida religiosa. Esta formalidad será sin emoción y será fría como un témpano de hielo, y demostrará una carencia total de empeño en la realización del deber religioso. En orar y en ejercicios religiosos el apóstata de corazón orará, alabará, confesará, o dará gracias con sus labios, para que lo oigan, quizá, pero de una forma tal que nadie puede sentirla. Una formalidad así sería imposible donde existió una fe y amor presentes y vivientes, y de fervor religioso.
2. Una carencia de disfrute religioso es evidencia de un corazón apóstata. Siempre disfrutamos el decir y hacer esas cosas que agradan a quienes amamos más; es más, cuando el corazón no es apóstata, la comunión con Dios es mantenida, y por tanto, todos los deberes religiosos no sólo son realizados con gusto, sino la comunión con Dios involucrada en ellos es una fuente de gozo rico y continuo. Si no disfrutamos el servicio a Dios, es porque no le servimos verdaderamente. Si lo amamos supremamente, es imposible que no disfrutemos su servicio en cada paso. Siempre recuerden entonces cuando se pierde el gozo religioso, o el gozo de servir a Dios, pueden saber que no le están sirviendo correctamente.
3. La servidumbre religiosa es otra evidencia de un corazón apóstata. Dios no tiene esclavos. No acepta el servicio de siervos que le sirven porque tienen que hacerlo. Él acepta solamente un servicio de amor. Un apóstata en el corazón encuentra sus servicios religiosos una carga para él. Ha prometido servir al Señor. No se atreve a romper enteramente la forma de servicio, y trata de ser diligente, mientras no tiene corazón en la oración, en la alabanza, en el culto, en los deberes más cercanos, o en cualquiera de esos ejercicios que son espontáneos y disfrutables, donde hay un amor verdadero a Dios. El apóstata de corazón es menudo una esposa diligente pero nada amorosa. Trata de cumplir su deber a su marido, pero falla totalmente porque no lo ama. Su meticulosidad para agradar a su esposo es forzada y no un brote espontáneo de un corazón amoroso, y su relación y deberes se vuelven una carga en su vida. Va quejándose del peso del cuidado que hay sobre ella, y no aconsejará a las señoritas que se casen. Está comprometida de por vida, y debe por tanto realizar sus deberes de una vida de casada, pero oh, ¡es una gran esclavitud! Lo mismo con la servidumbre religiosa. El profesante tiene que cumplir su deber. Se arrastra dolosamente y lo oirán cantar naturalmente himnos de apóstata.
Escucho a la razón, sus consejos pesan,
Y todas sus palabras apruebo
Y sin embargo me es difícil obedecer
Y aún más difícil amar.
4. Un temperamento sin control.
Mientras el corazón está lleno de amor, el temperamento naturalmente será sometido y será dulce, o en todo caso, la voluntad lo mantendrá controlado, y no sufrirá por irrumpir en un abuso terrible, o si en cualquier momento se escapa del control de la voluntad en cuanto a soltarse con palabras odiosas, pronto será sometido, y por ningún motivo se sufrirá de tomar el control y manifestarse para el malestar de otros. Especialmente un corazón amoroso confesará y se quebrantará, si algún mal humor toma el control. Cuando, por tanto, hay un temperamento irritable, sin control es dejado para manifestarse alrededor de uno, ustedes pueden saber que es un corazón apóstata.
5. Un espíritu insensible es evidencia de un corazón apóstata. Quiero decir por eso, una falta de disposición que pone la mejor construcción sobre la conducta de alguien que puede ser razonable—una falta de confianza en las buenas intenciones y profesiones de otros. Naturalmente damos crédito a las buenas profesiones de aquellos que amamos. Naturalmente les atribuimos motivos correctos, y ponemos la mejor construcción disponible en sus palabras y obras. Donde hay una falta de esto, hay evidencia concluyente de un corazón apóstata y sin amor.
6. Un espíritu censurador es evidencia concluyente de un corazón apóstata. Ése es un espíritu criticón, de impugnar los motivos de otros, cuando su conducta admite una construcción amorosa. Es una disposición para echarles la culpa a otros, y juzgarlos duramente. Es un espíritu de desconfianza del carácter cristiano y profesiones. Es un estado de la mente que se revela a sí mismo en juicios y dichos severos, y la manifestación de sentimientos incómodos hacia los individuos. Ese estado de la mente es enteramente incompatible con un corazón amoroso, y cuando un espíritu censurador se manifiesta por un profesante de religión, pueden saber que hay un corazón apóstata.
7. Una falta de interés en la palabra de Dios es también evidencia de un corazón apóstata. Quizá nada más conclusivo prueba que un profesante tiene un corazón apóstata que el perder interés en la Biblia. Mientras el corazón está lleno de amor, ningún libro en el mundo es tan atesorado como la Biblia, pero cuando se ha ido el amor, la Biblia se vuelve no sólo poco interesante, sino repulsiva. No hay fe para aceptar sus promesas, sino la convicción suficiente dejada para temer sus amenazas, pero en general el apóstata de corazón es apático a la Biblia. No lee mucho, y cuando la lee, no tiene interés suficiente para entenderla. Sus páginas se vuelven oscuras y poco interesantes. Y por tanto, es descuidada.
8. Una falta de interés en la oración en secreto es también evidencia de un corazón apóstata.
¡Recién convertido!, si te encuentras perdiendo interés en la Biblia y en la oración en secreto, detente, regresa a Dios, y no te des descanso hasta que disfrutes la luz de su expresión. Si te sientes poco dispuesto a orar, o leer tu Biblia, si cuando oras y lees tu Biblia, no tienes corazón en eso, ningún gozo, si estás inclinado a hacer tus devociones secretes breves, o son fácilmente inducidas para descuidarlas, si divagan tus pensamientos, afectos, y emociones, y tus deberes de oración se vuelven una carga, puedes saber que eres un apóstata de corazón, y tu primer asunto es romper y ver que tu amor y fervor sean renovados.
9. Una falta de interés en la conversión y en esfuerzos para promover avivamientos de religión. Esto desde luego revela un corazón apóstata. No hay nada en el que un corazón amoroso tome más interés que en la conversión de las almas en avivamientos de religión, y en esfuerzos para promoverlo.
10. Una falta de interés en informes o narraciones publicados de avivamientos de religión es también evidencia de un corazón apóstata. Mientras uno retenga su interés en la conversión de las almas, y en avivamientos de religión, desde luego se estará interesado en todos los recuentos de avivamientos de religión de cualquier lado. Si se encuentran desinteresados en ellos, den por sentado que tienen un corazón apóstata.
11. Lo mismo es cierto de las misiones, y la obra y operaciones misioneras. Si pierden interés en la obra, y en la conversión de los infieles, y no se deleitan en leer y oír el éxito de las misiones, pueden saber que tienen un corazón apóstata.
12. La pérdida de interés en encomiendas benevolentes generalmente es una evidencia de un corazón apóstata. Digo falta de interés, seguramente, si fueron convertidos a Cristo, han tenido interés en todas las encomiendas benevolentes. Desde luego, un alma convertida toma el interés más profundo en todos los esfuerzos benevolentes para reformar y salvar a la humanidad. En buen gobierno, en educación cristiana, en la causa de la temperancia, en la abolición de la esclavitud, en las provisiones para los pobres, y en suma, en cada buena palabra y obra, justo en proporción como han perdido interés en ellas, tienen evidencia que son apóstatas de corazón.
13. La falta de interés en conversación espiritual es otra evidencia de un corazón apóstata. “De la abundancia del corazón habla la boca”. Esto anunció nuestro Señor Jesucristo como una ley de nuestra naturaleza. Ninguna conversación es tan dulce para un corazón verdaderamente amoroso como aquel que relaciona a Cristo, y nuestra experiencia cristiana. Si se encuentran ustedes mismos perdiendo interés en hablar de religión de corazón, y las varias y maravillosas experiencias de cristianos, si alguna vez supieron lo que es el verdadero amor de Dios, lo han dejado y son apóstatas de corazón.
14. Una falta de interés en la conversación y sociedad con gente altamente espiritual es una evidencia de un corazón apóstata. Tomamos gran gozo en la sociedad con aquellos que están muy interesados en las cosas que son las más queridas para nosotros. De ahí, un corazón cristiano amoroso siempre buscará la sociedad con aquellos que son espirituales, y cuya conversación sea evangélica y espiritual. Si se encuentran faltando en ese respecto, sepan con seguridad que tienen un corazón apóstata.
15. La pérdida de interés en el asunto de la santificación es una evidencia de un corazón apóstata. Repito, la falta de interés, pues si alguna vez de verdad conocieron el amor de Dios, tuvieron que haber tenido un gran interés en el asunto de la consagración entera a Dios, o santificación entera. Si son cristianos, han sentido que el pecado era una abominación para el alma de ustedes. Han tenido añoranzas inexpresables para deshacerse de ella por siempre, y todo lo que podría arrojar luz sobre ese asunto de importancia agonizante, era de lo más intensamente interesante para ustedes. Si este asunto ha sido descartado, y ya no es más de su interés, es porque tienen un corazón apóstata.
16. La falta de interés en esos recién convertidos es también evidencia de un corazón apóstata. El salmista dice: “Los que te temen me verán, y se alegrarán, porque en tu palabra he esperado”. Esto se pone en la boca de un convertido, y ¿quién no sabe que eso es verdad? Pues, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente, y no hay gozo entre los santos en la tierra. Muéstrenme a un profesante de religión que no manifiesta un interés absorbente en los convertidos a Cristo, y les mostraré a un apóstata de corazón, y un hipócrita; profesa religión y no tiene ninguna.
17. Un estado de mente sin amor en cuanto a los convertidos declarados es también una evidencia de un corazón apóstata. La caridad o el amor, que todo lo cree y todo lo espera, está muy presta a juzgar amable y favorablemente a aquellos que profesan estar convertidos a Cristo, naturalmente cuidará de ellos con interés, orará por ellos, los instruirá y tendrá tanta confianza en ellos como sea razonable tener. Una disposición, por tanto, para señalar, criticar y censurarlos, es una evidencia de un corazón apóstata.
18. La falta de un espíritu de oración es evidencia de un corazón apóstata. Mientras el amor de Cristo permanece fresco en el alma, el espíritu morador de Cristo se revelará a sí mismo como el espíritu de gracia y súplica. Engendrará fuertes deseos en el alma para la salvación de los pecadores y santificación de los santos. A menudo hará intercesiones en ellos, con grandes deseos, llanto y lágrimas, con gemidos que no pueden expresarse en palabras, por aquellas cosas que están de acuerdo con la voluntad de Dios, o para expresarlo en el lenguaje escritural, según Pablo, Romanos 8: 26 y 27, “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. Si el espíritu de oración se aparta, es una indicación segura de un corazón apóstata, pues mientras el primer amor de un cristiano continúa, ciertamente es atraído por el Espíritu Santo para luchar mucho en oración.
19. Un corazón apóstata a menudo se revela a sí mismo por la manera en la que la gente ora. Por ejemplo, orar como si uno estuviera en un estado de condenación de uno mismo, o muy parecido al pecador compungido, es una evidencia de un corazón apóstata. Tal revelará el hecho de que no está en paz con Dios. Sus confesiones y acusaciones de sí mismo mostrarán el hecho de que no tiene comunión con Dios; en vez de ser lleno de fe y amor, está más o menos redargüido de pecado, y consciente de que no está en un estado de aceptación con Dios. Naturalmente orará más como un pecador compungido que un cristiano. Se verá por su oración que no está en un estado de libertad cristiana, que está teniendo una experiencia como en Romanos 7, en vez de aquella que se describe en Romanos 8.
20. Un corazón apóstata se revelará orando casi exclusivamente por el yo, y por las amistades que están consideradas como parte del yo. Es con frecuencia impresionante e impactante asistir a la reunión de oración de un apóstata, y siento mucho decir que muchas reuniones de oración de la iglesia son así. Sus oraciones son tímidas y titubeantes, y revelan el hecho que no tienen fe o tienen poca. En vez de rodear el trono de gracia y derramar sus corazones por una bendición alrededor de ellos, se les tiene que urgir al deber, de tomar su cruz. Sus corazones no se vierten espontáneamente, ni lo harán, en oración a Dios. Tienen muy poca preocupación por otros, y cuando la tienen, como dicen, toman su cruz, y cumplen y fingen dirigir en oración, se observará que oran como una compañía de pecadores compungidos, casi todos juntos para ellos mismos. Orarán por aquello que si lo obtienen, será religión, así como un pecador redargüido oraría por un corazón nuevo, y el orar por religión como ellos hacen manifiesta que no tienen ninguna, en su estado mental presente. Pídanles que oren por la conversión de pecadores, y se les olvidará completamente, o sólo los mencionarán de una forma tal como para mostrar que no tienen ningún corazón para orar por ellos. He conocido a padres cristianos profesantes que se ponen en un estado tal que no tenían ningún corazón para orar por la conversión de sus propios hijos, incluso cuando esos hijos estaban bajo compunción. Mantendrán la oración en familia, asistirán a una reunión semanal de oración, y nunca se saldrán de la vieja costumbre de orar una y otra vez por ellos mismos. Hace unos años, estaba trabajando en un avivamiento en una iglesia presbiteriana. Al término del sermón de la tarde, encontré que la hija de uno de los ancianos de la iglesia estaba en gran angustia de mente. Observé su compunción muy profundamente. Habíamos estado teniendo una reunión en la sacristía con quienes tenían preguntas, y acababa de despedirlos, cuando esta señorita vino a mí con gran agitación, y me rogó que orara por ella. Casi toda la gente se había ido, excepto unos pocos que estaban esperando a que las amistades de quienes había asistido a la reunión de preguntas fueran despedidas. Llamé al padre de esta señorita a la sacristía para que pudiera ver el estado tan ansioso de la mente de su hija. Después de una conversación corta y personal con ella en presencia de su padre, le pedí a él que orara por ella, y le dije que lo seguiría, y le urgí a ella que diera su corazón a Cristo. Todos nos arrodillamos, sin mencionar su caso nunca. Su oración reveló que no tenía más religión que ella, y que estaba mucho en el mismo estado que ella—bajo un horrible sentido de condenación. Había mantenido la apariencia de religión. Como anciano de la iglesia, estaba obligado a mantener la apariencia. Había pasado una y otra vez por la rutina de sus deberes, mientras su corazón se había apostatado completamente. Es con frecuencia repugnante asistir a una reunión de oración de un corazón apóstata. Irá una y otra vez de hecho para orar por su propia conversión. No lo expresa, sino que es la importancia real de la oración. No podría considerarlo más evidente de que es apóstata de corazón, si fuera cada uno a tomar su juramento de eso.
21. Ausencia de las reuniones establecidas de oración por razones sin peso es una indicación segura de un corazón apóstata. Ninguna reunión es más interesante para un cristiano en alerta que una reunión de oración, y mientras tenga corazón para orar, no estará ausente de la reunión de oración a menos que se le prevenga de asistir por la providencia de Dios. Si el llamado de un amigo a la hora de reunión puede prevenir su asistencia, a menos que el llamado sea bajo circunstancias peculiares, es evidencia fuerte de que no desea asistir, y de ahí, es apóstata de corazón. Una llamada a una hora así no lo previene de asistir a una boda, una fiesta, un día de campo, o una conferencia interesante. El hecho es que es hipocresía para quienes fingen que realmente quieren ir, mientras que pueden mantenerse lejos por cualquier razón sin peso. Si fuera otro lugar donde tienen muchos deseos de ir, se excusarían y dirían: “Apenas iba salir” o “iba ir a tal lugar” y se van.
22. Lo mismo es cierto del descuido de oración en familia por razones sin peso.
Mientras el corazón se ocupa de la religión, los cristianos no omitirán las devociones familiares, y cuando están listos para encontrar una excusa para la omisión, es evidencia segura de que son apóstatas de corazón.
23. Cuando la oración en secreto se considera más como un deber que un privilegio es porque el corazón es apóstata. Siempre me ha parecido ridículo oír a cristianos hablar de la oración como un deber. Es uno de los privilegios terrenales más grandiosos. Qué debemos pensar de un niño que se acerca a su papá para su comida, no porque tenga hambre, sino por deber. Cómo nos impactaría oír a un mendigo hablar de su deber de pedir limosna a nosotros. Es un privilegio infinito que se nos permita ir a Dios, y pedirle la provisión de nuestras carencias, pero orar porque tenemos que, en vez de que podemos, no parece natural. Pedir por lo que queremos porque lo queremos, y porque Dios nos ha motivado a pedirle, y ha prometido contestar nuestra petición, es natural y razonable, pero orar como deber, y como si estuviésemos obligando a Dios por nuestra oración, es bastante ridículo y es una indicación cierta de un corazón apóstata.
24. Abogar por entretenimientos mundanos es también una indicación de un corazón apóstata. Los entretenimientos más gratificantes posibles a nuestra mente espiritual son aquellas ocupaciones que llevan al alma a la comunión más directa con Dios. Mientras el corazón esté lleno de amor y fe, una hora, o una tarde, pasarla a solas en comunión con Dios es más deleitable que los entretenimientos que el mundo pueda ofrecer. Un corazón amoroso está celoso de cualquier cosa que pueda romper o interferir su comunión con Dios, pues no hay especial agrado por simples entretenimientos mundanos. Cuando un alma no encuentra más deleite en Dios que las cosas mundanas, el corazón tristemente es apóstata.
25. La ceguera espiritual es otra evidencia de un corazón apóstata. Mientras el ojo sea bueno, todo el cuerpo estará lleno de luz espiritual, pero si el ojo es maligno (el cual es un corazón apóstata) todo el cuerpo estará lleno de tinieblas.
La ceguera espiritual se revela a sí misma en una falta de interés en la palabra de Dios y en la verdad religiosa generalmente. También manifestará una falta de discriminación espiritual, será fácilmente impuesta por las insinuaciones de Satanás. Un corazón apóstata llevará a la adopción de principios laxos de moralidad. No discierne la espiritualidad de las leyes de Dios y sus requerimientos generalmente. Cuando esta ceguera espiritual se manifiesta, es indicación segura que un corazón es apóstata.
26. Apatía religiosa, con sensibilidad y observancia mundanas, es una indicación segura de un corazón apóstata. A veces vemos a personas que sienten profunda y rápidamente por asuntos mundanos, pero que no pueden ser hechos para sentir profundamente por asuntos religiosos. Esto claramente indica un estado apóstata de mente.
27. Un corazón indulgente de sí mismo es una indicación segura de un corazón apóstata. Por indulgencia de sí mismo, quiero decir una disposición a gratificar apetitos, pasiones y propensiones, “haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos”.
Esto en la Biblia es representado como un estado de muerte espiritual. Estoy convencido de que la ocasión más común de un corazón apóstata se encuentra en el clamor por la indulgencia de varios apetitos y propensiones. El apetito por la comida es frecuentemente, y quizá el más frecuente que cualquier otro, la ocasión de apostatar. Pocos cristianos, me temo, comprenden cualquier peligro en esta dirección. El mandato de Dios es “si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. Los cristianos olvidan eso, y comen y beben para gratificarse—hacen caso a sus apetitos, en vez de las leyes de la vida y salud. Muchas personas son entrampadas más por sus mesas de lo que está consciente la iglesia. La mesa es un lazo de muerte para multitudes que ningún hombre pueda numerar. Muchísima gente que evita bebidas alcohólicas, se gratifica en té o café, e incluso tabaco, y en comida, tanto en cantidad como en calidad, que viola la ley de salud. Parece que no hay otra ley que la del apetito, y eso, la pervierten tanto al abusar, para gratificarlo, es arruinar el cuerpo y alma juntos. Muéstrenme a un profesante glotón y le mostraré a un apóstata.
28. Una conciencia cauterizada es también evidencia de un corazón apóstata. Mientras el alma está alerta y es amorosa, la conciencia es tan tierna como la niña de los ojos, pero cuando el corazón es apóstata, la conciencia está en silencio y es cauterizada sobre muchos asuntos. Tal no les dirá que no está violando su conciencia, en comer y beber, o en la autocomplacencia de cualquier tipo. Encontrarán que un apóstata tiene poca conciencia. Lo mismo es cierto referente a los pecados de omisión muy generalmente. Muchísimos deberes pueden ser descuidados y una conciencia cauterizada permanecerá callada. Donde la conciencia no está alerta, el corazón seguramente es apóstata.
29. Principios morales sueltos son una indicación segura de un corazón apóstata. Un apóstata de corazón escribirá cartas el domingo, se ocupará de la lectura secular, y en mucha conversación mundana. En negocios, aquél tomará pocas ventajas, y sacará ventaja de ardides de negocio, se adaptará a los hábitos de hombres mundanos de negocios, en las transacciones, será culpable de engaños y malos entendidos al vender. Demandará interés exorbitante, y se aprovechará de las necesidades de sus prójimos.
30. La prevalencia del temor de hombre es una evidencia de un corazón apóstata. Mientras el corazón está lleno de amor de Dios, Dios es temido y no el hombre. Un deseo por el aplauso de los hombres es reprimido, y es suficiente para aquél para agradar a Dios, si los hombres son complacidos o no, pero cuando el amor de Dios es omitido, “el temor del hombre pondrá lazo” y se apoderará de éste. Se vuelve su meta agradar al hombre en vez de agradar a Dios. En tal estado más pronto ofenderá a Dios que al hombre.
31. Disputar por las formas, ceremonias e insignificancias es evidencia de un corazón apóstata. Un corazón amoroso es particular sólo acerca de la sustancia y el poder de la religión y no disputará sobre sus formas.
32. Críticas sobre medidas en promover avivamientos de religión es una evidencia segura de un corazón apóstata. Donde el corazón está puesto en la conversión de pecadores, y la santificación de los creyentes, naturalmente tocará el tema de la manera más directa y por medios de un grado más elevado calculado para cumplir el fin. No objetará y pondrá tropiezos a medidas que evidentemente son bendecidas por Dios, sino ejercerá sagacidad al planear medios idóneos para lograr el fin por el cual el corazón es puesto.
IV. Mostrar cuáles son las consecuencias de apostatar de corazón. El texto dice que de sus caminos será hastiado el necio de corazón.
1. Será hastiado de sus propias obras, pero éstas son obras muertas, no son obras de fe y amor, que son aceptables para Dios, son trapos de inmundicia de su propia justica. Si son realizadas como servicios religiosos, son más que hipocresía repugnante, y una abominación a Dios, no hay ningún corazón en ellas, y a esa persona Dios le dice: “¿Quién demanda esto de vuestras manos…?” “Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación”. “Yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros”.
2. Será hastiado de sus propios sentimientos. En vez de esa paz, descanso y gozo dulces en el Espíritu Santo, que experimentó alguna vez, se encontrará a sí mismo en un estado de desasosiego, sin satisfacción de sí mismo y los demás. Sus sentimientos con frecuencia serán dolorosos, humillantes, y tan desagradables y sin amor como puedan ser concebidos. Está con frecuencia irritado, molesto, es censurador, en todos sus caminos. Ha abandonado a Dios y en sus sentimientos es más un infierno que cielo.
3. Será hastiado de sus propios prejuicios. Su disponibilidad a conocer y hacer la verdad se ha ido. Naturalmente estará contra toda verdad que recaiga duramente en su espíritu de indulgencia de sí mismo. Intentará justificarse, ni leerá, ni oirá, aquello que reprenda su estado apóstata, y se volverá profundamente prejuicioso contra todo lo que se cruce en su camino. Si alguien lo reprueba, lo considerará enemigo. Dará evasivas, y cerrará sus ojos contra la luz, estará a la defensiva, y criticará cualquier cosa que lo descubra.
4. Un apóstata de corazón será hastiado de sus propias enemistades. Aquél pondrá cosas contra aquellos con quienes tenga asuntos u otras relaciones. Se irritará en cada relación de la vida; estará enojado y se enfadará, y si se relaciona con algunos, quizá muchas personas, no podrá orar por ellos honestamente y difícilmente los tratará con civilidad. Esto es casi seguro el resultado de un corazón apóstata.
5. El apóstata de corazón caerá por sus propios errores. No está caminando con Dios. Se ha salido del orden Divino. No es guiado por el Espíritu, sino está caminando en tinieblas espirituales. En ese estado, seguro caerá en muchos errores dolorosos, y quizá se enrede de tal manera que obstruya su felicidad, y quizá destruya su utilidad de por vida. Errores en negocios, errores en formar relaciones en la vida, errores en usar su tiempo, su lengua, su dinero, su influencia—todo sale mal con él mientras siga en un estado apóstata.
6. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias concupiscencias. Sus apetitos y pasiones, que había mantenido controlados, ahora han reasumido el control, y habiendo estado suprimidos por mucho tiempo, parece que se vengarán al volverse más clamorosos y despóticos que nunca. Los apetitos y pasiones animales saldrán a flor de piel para el asombro del apóstata, diez a uno, si no se encuentra él mismo más bajo su influencia y más esclavizado que antes.
7. El apóstata de corazón será hastiado lleno de sus propias palabras. Mientras esté en ese estado, no controlará, y no podrá controlar, su lengua. Se probará él mismo ser un miembro revoltoso, lleno de veneno mortal, pondrá fuego al curso de la naturaleza, y en sí mismo es un fuego del infierno. Por sus palabras se involucrará a sí mismo en muchas dificultades y confusiones de las que nunca se liberará él mismo hasta que vuelva a Dios.
8. Será hastiado de sus propias pruebas. En vez de mantenerse alejado de la tentación, se irá directo a ella. Traerá consigo muchísimas pruebas que nunca tuvo, si no se hubiera apartado de Dios. Se quejará de sus pruebas, y sin embargo constantemente las multiplicará. Un apóstata siente sus pruebas profundamente, y mientras se queja de ser probado por todo alrededor de él, constantemente las está agravando, y siendo el autor de ellas, parece industrioso para traerlas sobre sí mismo como una avalancha.
9. El apóstata de corazón está hastiado de locuras. Habiendo rechazado la guía Divina, evidentemente caerá en las profundidades de su propia necedad. Inevitablemente dirá y hará muchísimas cosas tontas y ridículas. Siendo un profesante de religión, estas cosas serán más que notorias, y desde luego lo llevarán al ridículo y desdén. Un apóstata es, en efecto, el necio más grande del mundo. Teniendo el conocimiento experimental del verdadero modo de vida, tiene la locura infinita de abandonarlo. Conociendo la fuente del agua viva, la ha dejado, y cavado para sí cisternas, cisternas rotas que no detienen agua. Habiendo sido culpable de esta locura infinita, todo el curso de su vida de apostasía debe ser el de un necio en el sentido bíblico del término.
10. El apóstata de corazón caerá por sus propios problemas. Dios está contra él, y él está contra sí mismo. No está en paz con Dios, y consigo mismo, con la iglesia, o con el mundo. No tiene descanso interior. La conciencia lo condena. Dios lo condena. Su estado lo condena. “No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos”. No hay posición en el tiempo o espacio en la que pueda descansar.
11. El apóstata de corazón será hastiado de sus propios afanes. Se ha vuelto al egoísmo. Se considera a sí mismo y sus posesiones como suyos. Tiene todo por el cual ocuparse. No considerará que él mismo y sus posesiones le pertenecen a Dios, y no hará a un lado la responsabilidad de ver por sí mismo y todo lo que posee. No pone y no pondrá sus afanes en el Señor, sino que emprenderá el hacer todo por sí mismo y su propia sabiduría, y por sus propios fines. Como consecuencia, sus afanes multiplicarán, y vendrán sobre él como un diluvio.
12. El apóstata de corazón será hastiado de su propia perplejidad. Habiendo abandonado a Dios, habiéndose salido del orden hacia las tinieblas de su necedad, será lleno de confusión y dudas en cuanto a qué curso seguirá para lograr sus fines egoístas. Caminará opuesto a Dios. De ahí, la providencia de Dios constantemente se cruzará en su camino y frustrará todas sus conspiraciones. Dios desaprobará la oscuridad en su camino y se esmerará por confundir sus proyectos y echará sus conspiraciones a los vientos.
13. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias ansiedades. Estará ansioso acerca de sí mismo sobre sus asuntos, su reputación, y de todo. Ha quitado todas estas cosas de la mano de Dios, y las reclama y trata como suyas, y ya no teniendo más fe en Dios, y no pudiendo controlar los eventos, por necesidad tiene que ser lleno de ansiedad en cuanto al futuro. Estas ansiedades son el resultado inevitable de su locura y necedad de olvidarse de Dios.
14. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias decepciones. Habiéndose olvidado de Dios, y tomado la actitud de obstinación de sí mismo, Dios invariablemente lo decepcionará en buscar sus fines egoístas. Limitará sus caminos para complacerse a sí mismo, sin consultar a Dios. Desde luego, Dios limitará sus caminos para decepcionarlo. Determinado a hacer las cosas a su modo, será grandemente decepcionado si sus planes son frustrados, y el cierto curso de eventos bajo el gobierno de Dios desde luego traerá una serie de decepciones sobre los sujetos que se han rebelado contra él.
15. El apóstata de corazón tiene que hastiarse de sus propias pérdidas. Considera sus posesiones como suyas, su tiempo como suyo, su influencia como suya, su reputación como suya. La pérdida de cualquiera de éstas las considera como pérdida propia. Habiendo abandonado a Dios, siendo incapaz de controlar los eventos sobre los que la continuidad de esas cosas es condicionada, se dispondrá él mismo a sufrir las pérdidas de todos lados. Pierde su paz. Pierde su propiedad. Pierde mucho de su tiempo. Pierde su reputación cristiana. Pierde su influencia cristiana, y si persiste, pierde su alma.
16. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias frustraciones. Todo deber religioso será fastidioso, y, por tanto, una cruz para él. Su estado mental ocasionará frustraciones de muchísimas de las cosas que en el estado mental de un cristiano hubieran sido gratas en un alto grado. Habiendo perdido todo el corazón en la religión, la realización de todos sus deberes religiosos son frustraciones a sus sentimientos. No hay ayuda para él a menos que se vuelva a Dios. Todo el curso de providencia Divina frustrará su camino, y su vida entera será una serie de frustraciones y pruebas. No puede hacer las cosas a su modo. No puede gratificarse a sí mismo por cumplir sus deseos. Puede pegarse y estrellarse contra las rocas eternas de la voluntad de Dios y la manera de Dios, pero no puede abrirse paso y realizar nada ante él. Tiene que ser frustrado una y otra vez hasta que caiga en el orden Divino y se sumerja en la voluntad de Dios.
17. El apóstata de corazón será hastiado de sus propios temperamentos. Habiendo abandonado a Dios, habrá mucho con qué irritarse. En un estado de apostasía, no puede poseer su alma con paciencia. Las desazones de su vida apóstata lo volverán nervioso e irritable; su temperamento será explosivo e incontrolable.
18. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias desdichas. Es un profesante de religión. Los ojos del mundo están sobre él, y todas sus inconsistencias, fijar su mente en cosas mundanas, locuras, mal humor, y palabras y obras odiosas, causan escándalo en la estimación de todos los hombres que lo conocen.
19. El apóstata de corazón será hastiado de engaño. Teniendo un ojo maligno, todo su cuerpo será lleno de tinieblas. Muy seguramente caerá en engaños concernientes a doctrinas y prácticas. Vagando en las tinieblas, como lo hace, muy probablemente engullirá los engaños más repugnantes. Muy probablemente el espiritismo, mormonismo, universalismo, y cualquier otro ismo alejado de la verdad, se posesionará de él. Quién no ha observado esto en los apóstatas de corazón.
20. El apóstata de corazón será hastiado de su propia esclavitud. Su profesión de la religión lo lleva a la servidumbre a la iglesia. No tiene corazón para consultar los intereses de la iglesia, o trabajar para su edificación, y sin embargo está bajo el pacto de obligación de hacerlo, y su reputación está de por medio. Tiene que hacer algo porque es obligación y no porque pueda. De nuevo, está en servidumbre con Dios. Si realiza cualquier servicio, lo llama deber religioso y es más bien un esclavo y no un hombre libre. Sirve por temor o esperanza, así como un esclavo, y no por amor. De nuevo está en esclavitud de su propia conciencia. Para evitar la compunción o remordimiento hará muchas cosas o las omitirá, pero todo es con renuencia y no de su propia buena voluntad cordial.
21. El apóstata de corazón está hastiado de su propia condenación. Habiendo disfrutado el amor de Dios, y habiéndolo abandonado, se siente condenado por todo. Si intenta el deber religioso, sabe que no hay sinceridad en eso, por tanto se condena a sí mismo. Si descuida el deber religioso, desde luego que se condena a sí mismo. Si va a la reunión, los servicios lo condenan, si se aparta, es condenado. Si ora en secreto, en familia, o en público, sabe que no es sincero, y se siente condenado. Si descuida o rehúsa orar, se siente condenado. Todo lo condena. Su conciencia está levantada en armas contra él, y los rayos y centellas de la condenación lo siguen donde quiera que vaya.
V. Cómo recuperarse de ese estado.
1. Recordar cuándo ustedes cayeron. Háganse de inmediato la pregunta y deliberadamente contrasten su estado actual con aquél en el que caminaron con Dios.
2. Llévense a casa la compunción de su posición verdadera. No demoren más para entender la situación exacta entre Dios y su alma.
3. Arrepiéntanse de inmediato y hagan su primera obra de nuevo.
4. No intenten volver por solamente reformar su conducta externa. Empiecen con su corazón, y de inmediato estén bien con Dios.
5. No actúen como un pecador compungido, e intenten recomendase a sí mismos a Dios por cualquier obra u oración impenitentes. No piensen que tienen que reformarse, y crean hacerse a sí mismos mejores antes de ir a Cristo, sino claramente entiendan que sólo con ir a Cristo puede hacerlos mejores. No importa cuán angustiados se sientan, sepan bien que hasta que se arrepientan y acepten su voluntad, incondicionalmente, no son mejores, sino cada vez se vuelven peores. Hasta que se arrojen a su misericordia soberana, y vuelvan a Dios, él no aceptará nada de las manos de ustedes.
6. No se imaginen ustedes estar en un estado justificado, pues sepan que no lo están. Su conciencia los condena, y saben que Dios debe condenarlos, y si él los justifica en su estado actual, su conciencia no podría justificarlos. Vayan, entonces a Cristo de inmediato, como un pecador culpable y condenado, como lo son, asuman toda la vergüenza y échense la culpa y crean que pese a todos sus extravíos, Dios los ama todavía--que los ha amado con amor eterno, y por tanto, con su conmiseración los está atrayendo.
Traducción de David Camps