¿Es bueno Dios por naturaleza o elección?
de George E. (Jed) Smock
Al entender la naturaleza y el carácter de Dios es importante distinguir entre los atributos naturales y morales de Dios. Los atributos naturales son aquellas cualidades o características sin las cuales Dios no puede ser Dios. Los atributos naturales pertenecen inherentemente al ser esencial de Dios, y existen independientemente de cualquier acción de la voluntad de Dios. Ejemplos incluyen la eternidad de ser, omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia.
Los atributos morales incluyen elección de parte de Dios, y le dan a Él el carácter moral. Los atributos morales son rasgos verdaderos en el ámbito de la actividad voluntaria, no algo atrás de la voluntad de Dios necesariamente causándolo para actuar como lo hace. Ejemplos son amor, santidad, honradez y fidelidad.
Lo laudable de Dios no depende de la existencia de Sus atributos naturales, sino del ejercicio de ellos. La bondad en Dios no debe considerarse como meramente una cualidad de Su naturaleza, un estado latente, sino como una actividad intensa de Su elección personal, particularmente expresada en Su gobierno moral.
Dios no está bajo una "ley de necesidad" o "causa y efecto" que lo fuerza para actuar de una manera particular en cualquier situación dada. Él actúa de una forma u otra según las ocasiones e información presentada a Su intelecto. Dios no necesaria o automáticamente actúa correctamente, sino escoge libremente para actuar a la luz de Su conciencia. La virtud de Dios consiste en obedecer la ley universal de benevolencia, la cual es amor sin egoísmo.
El derecho de Dios para gobernar el universo no descansa en el hecho de que es todopoderoso, sino de que es bueno. El poder no hace lo correcto en un sistema moral de gobierno. La benevolencia busca el bien supremo de todos los seres en el universo. Lo que Dios requiere del hombre, también Él lo requiere. Espera del hombre querer el bien y hacer el bien, Él quiere y él mismo hace el bien. Nos muestra la forma mediante el ejemplo. No es egoísta, el hombre no debe ser egoísta.
Dios no es un tirano o déspota. No está por encima de Su propia ley. Dios libremente escoge someterse él mismo a la ley de amor a la que todos los seres están sujetos. Si Dios cesara de ser amoroso y bueno, el hombre aún tendría razón de temerle por Su omnipotencia, pero no tendría ninguna motivación para amarlo y alabarlo.
La postura islámica de Dios es que es arbitrario y está por encima de la ley. Como consecuencia, el islam ha producido dirigentes como el Ayatollah Khomeini y Saddam Hussain que han sido dictadores en su ejercicio de autoridad. En Estados Unidos, donde la influencia primaria en el gobierno ha sido históricamente la Biblia, nuestras autoridades civiles no deben gobernar dictatorialmente. Nuestros padres fundadores repudiaban la idea del derecho divino del rey-- lo que hiciera el rey estaba bien porque era rey. Nuestro oficial ejecutivo, el presidente, puede ser destituido si se pone por encima de la ley. Si Dios es visto como un tirano o déspota, entonces los hombres, al intentar imitar ellos mismos el carácter percibido de Dios, se volverán autocráticos en su comportamiento.
Es teóricamente posible que Dios podría pecar y gobernar egoístamente y dejar de ser bueno. El hombre no debe dudar que Dios continuará siendo bueno por siempre porque se ha probado a sí mismo en todos Sus tratos con los hombres y ángeles por todas las épocas. Después de hacer el sacrificio máximo de dar a Su Hijo para la redención de la humanidad, ¿acaso podría cualquier hombre pensante creer que Dios se volvería malo? Cuando las escrituras enseñan que es "imposible que Dios mienta", esto no quiere decir que esté incapacitado para decir una mentira, sino que no puede mentir y seguir siendo verdadero a Su carácter. El "no puede" es moral, no metafísico. En efecto, en algún punto Dios puede incluso enviar un espíritu de mentira para confundir los planes de los malvados. Aunque no hay oscuridad en Dios, debe entenderse que Él conoce el bien y el mal. Sabe sobre el mal moral y sus consecuencias horrendas mejor que ningún otro ser, pero nunca personalmente experimentó lo que es hacer mal. Respecto a eso, Satanás y el hombre saben lo que Dios no sabe. Mientras que Dios siempre ha continuamente participado en el bien, Satanás y todos los hombres han pecado, no por naturaleza, sino por elección.
Nos hacen la antigua pregunta: "¿Es bueno el bien porque Dios lo quiere?" o "¿Dios lo quiere porque eso es bueno?" Respuesta: Dios lo quiere porque eso es bueno. Nuestras conciencias nos dicen que el bien es bueno independientemente de la voluntad de Dios. Sabemos que está mal cometer adulterio, ya sea que Dios lo diga o no. Las leyes de nuestra naturaleza también afirman que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y guardar la regla de oro. Es sólo inteligente que los hombres y Dios vivan amorosamente por causa de la felicidad universal. Dios no es arbitrario en ninguno de Sus mandamientos, ni requiere del hombre más o menos de lo que Él voluntariamente realiza: "Sed santos, porque yo soy santo". Si Dios no puede evitar más que ser santo, entonces ha pedido más del hombre que de Él mismo. Dios hace el bien, no porque tiene que hacerlo, sino porque es lo más correcto y razonable de hacer. Promueve el bienestar más alto de todos y obra para prevenir la miseria de todos.
Si Dios no es libre para hacer el bien o el mal, entonces Dios no es responsable. Muchos ven al Dios Soberano como que no es responsable de nadie y sin ningún control. Ciertamente, el Dios de la Biblia ejerce autocontrol a la luz de Su ley que es la expresión de Su corazón. Aunque Dios es por naturaleza independiente, cuando creó el universo, se volvió responsable de Sus criaturas. Ahora Su felicidad es hasta en alto grado dependiente de Su respuesta amorosa a las propuestas de amor de ellos. ¿Qué? ¿Crear seres dependientes, y luego no reconocer ninguna responsabilidad de su bienestar? ¡No, no el Dios de la Biblia! "Pueblo mío, ¿qué te he hecho o en qué te he molestado? Responde contra mí" (Miqueas 6:3). Aquí tenemos al gran Dios humillándose ante Sus criaturas, preguntándoles que lo juzguen, pero ¿cómo juzgarlo, si no hay ningún patrón por el cual siquiera Dios sea responsable?
Abraham al interceder por Sodoma and Gomorra le rogó a Dios que no destruyera al justo con el malvado, y osadamente cuestionó al Todopoderoso: "El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" (Gn. 18:25). Es evidente que nuestro padre Abraham creyó que había un patrón moral en la naturaleza de las cosas de las que Dios era responsable.
Dios no está bajo ninguna compulsión para amar y mostrar misericordia hacia el hombre. Dios libremente dio a Su Hijo para nuestra salvación, y Jesús dio su vida voluntariamente. Dios está bajo una obligación moral para ser justo con todos, pero no tiene ninguna obligación para mostrar misericordia a nadie, porque todos los hombres merecen el infierno, porque todos han pecado. No hay nada innato en Dios que lo cause para comportarse moralmente porque es la Causa no causada o la Primera Causa. No hay ninguna necesidad natural dentro de Dios coerciéndolo para ser justo, misericordioso y con longaminidad. Cuando Dios estuvo determinado para destruir la nación rebelde de Israel, Moisés razonó con Dios y tuvo éxito en cambiarlo de parecer (Éxodo 32). Dios hubiera sido justo al demostrar Su ira, pero escogió extender misericorida. Dios es un ser libre que siempre se ha comportado amorosamente, y que, la escritura lo confirma, siempre actuará amorosamente porque ésa es la manera que escoge ser.
Dios hizo al hombre a su propia imagen y semejanza, no con los mismos poderes físicos, sino con el mismo potencial moral como Él mismo. El hombre, como Dios, tiene intelecto, incluyendo conciencia, emoción y libre albedrío. Dios creó al hombre a fin de que pudiera tener una relación amorosa y personal con los seres a Su propia imagen. Intuitivamente sabemos que tenemos esas facultades; por tanto, podemos concluir, como la Biblia también lo confirma, que Dios debe tener esas facultades. Yo estoy consciente de tomar decisiones independientemente de cualquier causación externa o interna. Hablar de ser causado a elegir es una contradicción obvia, un oxímoron. Hombres razonables universalmente reconocen el valor de la libertad, por lo menos para ellos mismos. Los hombres están conscientes de su libertad para elegir; por tanto, ya que Dios es infinitamente más grande que el hombre, para rehusar reconocer su libertad de conciencia y elección, sí, incluso el potencial para hacer mal, es degradar Su grandeza. Dios podría elegir hacer Su voluntad en la tierra en los asuntos de los hombres, pero para hacerlo tendría que despojar al hombre de su libertad. Los teólogos que niegan la libertdad de Dios naturalmente niegan la del hombre; por tanto, ellos rebajan al hombre al nivel, en el mejor de los casos, de esclavo, o en el peor de los casos, a un bruto.
La virtud puede sólo existir donde haya libertad. Si el hombre tiene libre albedrío, y Dios no, entonces el hombre tiene algo de valor que Dios no tiene. Si Dios no podría hacer nada más que bien, ¿acaso no el hombre al hacer bien sería más recto que Dios? Si Dios no es libre para hacer mal moral, entonces Dios no es un ser Santo, sino una fuerza o poder irresistible e impersonal, quien absoluta y arbitrariamente controla todo y a todos.
Cuando la Biblia habla de Dios como inmutable, en el sentido moral, significa que Dios rehúsa cambiar Su carácter. Dios siempre ha escogido ser motivado por la benevolencia en todo lo que ha hecho sin lapsos hacia el egoísmo. Por Su propia elección, Dios es demasiado sabio para cometer errores, demasiado bueno y justo para hacernos mal, demasiado amoroso para ignorar nuestros intereses o necesidades. Su carácter no cambia, pero Su sentir y acciones harán ajustes al carácter cambiante de los hombres. El hombre que es recto hoy puede ser perverso mañana; por tanto, las emociones de Dios y la relación con él deben cambiar, o Él no sería justo.
Santiago 1:13 enseña que "Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie". Esto no quiere decir que Dios no sea libre para escoger hacer mal, sino el mal no es una tentación significativa para Dios como lo es para el hombre. Las capacidades naturales del hombre están seriamente debilitadas como resultado de la caída. La fuerza de Dios nunca ha sido reducida por el pecado. Él es la fortaleza moral del universo. Dado el registro de la conducta de Dios, es fútil tentarlo con cualquier expectativa de Su sucumbir a la tentación. De hecho, se nos ordena no tentar al Señor (Dt. 6:16, citado en Mt. 4:7). Es una figura retórica común para los hombres que digan: "Ésa no es tentación para mí". No significa que no tengan la habilidad de pecar, sino que el objeto se ha removido tanto de su voluntad y pensamiento, es tan odioso para ellos que no experimentan ninguna lucha moral al rechazar la tentación. La fortaleza moral de Dios es tan grande que Él no experimenta conflicto dentro de sí mismo si el mal moral se le presentara a Su intelecto.
Las ideas tienen consecuencias. ¿Qué efecto tiene la doctrina falsa pero popular de la bondad inherente de Dios en el comportamiento de los hombres? Si el bien moral es innato, ínsito, o inherente en Dios, entonces se deduce que el hombre puede nacer con pecado innato, ínsito o inherente en la habilidad de hacer el bien. Cuando se cree que Dios es primordialmente bueno por naturaleza y no por elección, los creyentes estarán contentos de afirmar una nueva naturaleza divina y recta imputada en ellos por fe, pero niegan la posibilidad de habitualmente escoger el bien y evadir el mal. Si Dios no puede libremente escoger ser santo, ¿cómo podría requerir rectamente al hombre escoger ser santo? La santidad viene a ser considerada como algo misterioso, infundido en el hombre por Dios, en vez de una disposición para hacer lo correcto. Si la santidad es algo estático o fijo en alguna parte de la naturaleza de Dios en vez de un estado dinámico de ser, entonces los creyentes serán justificados en la certeza de una rectitud posicional mientras se peca a diario en pensamiento, palabra y obra.
Cuán reverente y maravilloso es para el gran Dios, que nosotros sepamos que Sus acciones no son fijas, predeterminadas, y mecánicas, sino libres, inteligentes y benevolentes. La verdad de que Dios sea libremente bueno pone al hombre en libertad para obedecer el mandamiento de Dios para "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". Si Dios no es inherentemente causado a hacer el bien, entonces nosotros los hombres, creados a Su imagen y semejanza, no somos innatamente causados a hacer el mal, sino libres para obedecer la ley del amor. Así como Dios es el autor de Sus propias acciones y carácter, el hombre es el iniciador de sus propias voliciones, carácter y naturaleza moral. El Dios que quiere que nadie se pierda ha puesto el destino del hombre en sus propias manos. El Señor ha coronado al hombre "con gloria y honor". Es nuestra responsabilidad usar nuestras facultades para Su gloria al amarlo supremamente a Él y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.