La bondad de Dios:
¿Puede la bondad voluntaria garantizarse?
de Kel Good
La postura del gobierno moral de que Dios es bueno voluntariamente, de que Su santidad es la suma total de las elecciones que toma, en vez de un atributo natural, o constitucional fuera de Su control, es una doctrina perturbadora para muchos. Parece que sacude la seguridad de la gente en la fiabilidad y confiabilidad de Dios. En otro ensayo, examino la base de la certeza en el carácter de Dios, e intento mostrar que nuestra confianza en Dios no está basada en una teoría de la naturaleza de Su santidad, sino en la manifestación de lo que ha dicho y hecho.
Esta doctrina causa titubeo hasta en los círculos del gobierno moral en los que los escritores pausan para afirmar la implicación de que la santidad voluntaria en Dios significa que podría pecar, para asegurarnos que esto no sucederá. Este ensayo es un ejercicio de honestidad intelectual, con la intención de examinar argumentos puestos para negar que Dios podría pecar, aunque Su santidad sea voluntaria. No es nuestro propósito socavar la confianza en la fidelidad de Dios, sino simplemente demostrar la debilidad de los argumentos de este tipo. Este ensayo no busca afirmar nada sobre la fiabilidad de la santidad de Dios, sino negar ciertos argumentos que buscan establecerla en otras razones que no sean morales. El lector debe referirse al ensayo anotado en la nota a pie de página 1 para un tratamiento afirmativo de este tema.
Argumento desde la intemporalidad
Es claro por los escritos de Charles Finney que él creía que la santidad era voluntaria en Dios, pero negaba que esto significara que Dios podía pecar. La razón de esta conclusión es clara en The Heart Of Truth (El corazón de la verdad). Su carácter, sea santo o pecaminoso, debe ser incambiable, como no puede tener ningún pensamiento nuevo, y consecuentemente ningún motivo de ninguna clase para cambiar.
La razón que da Finney para negar la posibilidad de un cambio de carácter en Dios es consistente, pero que los seguidores del gobierno moral del siglo XX han visto pertinente rechazar. Finney se mantuvo en el "eterno ahora" entendiendo que Dios es intemporal, y por tanto, todos Sus hechos, pensamientos, etc., son simplemente dados, congelados en el eterno presente. Son muchos los problemas con esta postura de la naturaleza de Dios, como he indicado en otro lado. Ese recurso no está disponible para aquellos que apoyan la postura del gobierno moral como Gordon Olson y otros presentan.
Argumento desde la omnisciencia
Winkie Pratney hace notar otra razón que Finney dio para negar que Dios podría pecar, una más factible para aquellos que desean negar las implicaciones de la santidad voluntaria. Aunque Finney la ofreció en el contexto teológico de la intemporalidad de Dios, no requiere esa creencia.
Finney argumenta que la bondad de Dios con base en Su omniscencia: "No podía más que saber todas las razones a favor de la benevolencia y todas las razones contra la malevolencia. No podía por ninguna posibilidad ser ignorante de las razones de ambos lados, ni desviar su mente de ellas como que ellas no tuvieran su influencia plena en decidir Su carácter y confirmarlo para siempre.
A primera vista, esto suena parecido a la creencia griega que el pecado surge por ignorancia. Sócrates (y luego Platón) siente que los problemas básicos del hombre fueron debido al (la falta de) conocimiento. Hizo mal porque no entendía lo que era verdaderamente bueno. Cada hombre buscó lo que creía era bueno, pero la creencia del hombre bueno fue correcta. Esta postura griega confundió lo objetivo y subjetivo para hacer lo bueno. Incluso la gente con motivos puros falló en lograr la bondad perfecta en el sentido objetivo, pero Sócrates falló en reconocer que incluso si una persona supiera lo que era correcto en un caso dado, podría aún escoger hacer lo contrario. Si todos los hombres quisieron hacer lo que pensaron que era correcto, y actuaron con esa intención, todos los hombres serían humanamente santos. El pecado no es un acto de ignorancia, sino un rechazo a hacer lo que se percibe como bueno. Éste es lado subjetivo, el lado de la intención, y es aquí que el carácter moral debe ser evaluado.
¿Está Finney afirmando que pecamos porque no sabemos lo que es correcto? Una lectura rápida de la teología de Finney nos muestra que ésa no es su postura. Finney creía que los hombres eran sólo culpables por lo que sabían y desobedecieron. ¿Entonces cuál es el significado de la referencia de Pratney? Parece claro que Finney creía que el conocimiento absoluto en Dios prevendría la elección pecaminosa, implicando que la tentación nos engaña hacia pensar que nos beneficiaremos de algún acto prohibido, y nuesttro conocimiento limitado nos permite creer esa mentira. No es que creamos que el verdadero bien está en una dirección diferente, pues si fuera eso el caso, sería correcto tomar un curso diferente. Más bien, escogemos comprometer lo que creemos que es bueno por un bien menor que pensamos será satisfactorio. Luego de que pecamos, nos sentimos terrible y la mentira sale. No nos dio lo que pensamos que nos daría. Antes de eso, creemos la mentira de lo que la tentación nos promete, ante lo que creemos que debemos hacer. Dios no puede ser engañado de esa manera, porque tendría conocimiento absoluto del resultado real de pecar de esa manera y no podría ser engañado por la mentira.
Parece claro que la tentación puede tomar esa forma. Debemos negar que siempre lo hace. Muchos pecados parecen ser cometidos pese a la creencia que van se van a lamentar, pese a la creencia que la satisfacción no vale cómo nos sentiremos después, pero el placer inmediato se ofrece y es recibido, aunque venga la lamentación después. Mientras Dios no puede ser engañado, ¿sería incapaz de elegir pese al conocimiento, para hacer algo malo por un valor menor del que es el correcto?
El perfecto ser libre de Swinburne
Un intento para negar esa posibilidad para Dios, y que explica el elemento necesario en el argumento que el comentario de Finney deja implícito, es discutido por Richard Swinburne en La coherencia del teísmo. El libro de Swinburne intenta demostrar que el concepto de Dios es coherente, que podría tener aplicación factual. La discusión que nos interesa es su descripción de lo que significaría para Dios actuar de Su propio libre albedrío, y su idea que Dios es "perfectamente libre."
Decir que Dios actúa libremente parecería por lo menos lo mismo del hombre - que las acciones de Dios resultan de Sus elecciones y Su elección no tiene ninguna explicación plena.
Sin embargo, el teísta desea decir algo más sobre Dios. Desea decir que mientras los hombres son obviamente bastante influenciados, aunque quizá plenamente no determinados, por causas precedentes, Dios no es influenciado por tales factores.
"Las elecciones humanas son obviamente influenciadas por muchos factores causales, que actúan en nosotros como si fueran desde afuera. Tales factores causales nos inclinan o nos 'jalan' para hacer una acción en vez de otra. Es en tales situaciones que los hombres sufren tentaciones. Su razón les dice que A es la acción correcta para hacer, pero su cuerpo los 'jala', por así decirlo, para no hacer A. Sin embargo, en nuestro entendimiento normal de Dios, no hay ningún factor causal por el que no tenga ningún control que pueda actuar sobre Él desde afuera. La libertad es afectada por los deseos sensuales o impulsos nerviosos. Una persona que no está influenciada en sus elecciones por factores causales la llamaré una persona perfectamente libre".
Swinburne también enfatiza que cuando una persona actúa libremente, siempre actúa desde algún motivo, sea una razón o un factor irracional.
Entonces, un agente tiene que tener alguna razón si va a hacer una acción A... Si un hombre tiene fuertes deseos sensuales, tiene sentido suponer que juzga que sobre todo sería mejor contenerse de A que hacer A, pero intencionalmente hace A..., pero la sugerencia que un hombre pueda verse conteniéndose de A como lo mejor sobre todo que hacer A, y estar sujeto a influencias no racionales inclinándolo en la dirección de hacer A, es incoherente, sin embargo hace A.
El argumento decisivo es cuando ponemos el hecho de Dios que es perfectamente libre de todas las influencias no racionales con esa explicación de la tentación.
Una persona omnisciente que es también perfectamente libre necesariamente hará aquellas acciones que cree correctas y evitará aquellas que cree equivocadas, y siendo omnisciente, tomará por verdaderas esas creencias en este campo.
El argumento es impresionante, y que los seguidores de gobierno moral pudieran sostener. Como ellos, Swinburne también cree Dios debe ser un ser de duración, en vez de intemporal, y que Su santidad debe ser voluntaria, pero con la introducción del concepto de Dios siendo "perfectamente libre," Swinburne asegura esta postura del carácter de Dios desde la posibilidad de pecar. Dios debe ser perfectamente santo, ya que es perfectamente libre y sin influencia de cualquier factor excepto racional en Sus decisiones. Es ese elemento de ser influenciados sólo por la razón que está la idea implícita en la declaración de Finney, que Swinburne saca a la luz. ¿Qué vamos a hacer con eso?
¿Es sólo Dios influenciado por la razón?
Primero, debemos ser claros qué constituyen factores no racionales. Swinburne se refiere a impulsos sensuales y nerviosos, apuntando directamente a nuestros cuerpos como su fuente. Ya que Dios es incorpóreo, no sería influenciado por tales cosas. Se supone que sólo un ser físico puede tener emociones y deseos. Ésta es la postura escolástica que Dios es impasible, sin influencia por el deseo o emoción. Dios no siente.
Éste no es el Dios revelado en la escritura. Ahí, Dios siente, se lamenta, llora, se regocija, se encela y se enoja. La Biblia muestra a Dios como un ser personal que tiene sentimiento, emoción, como también racionalidad. Si Dios fuera impasible, el argumento de Swinburne podría sostenerse. Bíblicamente no se sostiene.
Segundo, Swinburne parece fallar en su entendimiento de moralidad. ¿Cómo podría el sentido de valor y obligación tan inherente en la conciencia moral surgir en un ser incapaz de sentir? La moralidad es racional, pero también es mucho más. Parece ser el resultado de toda nuestra constitución racional y emocional. Lo bueno y lo malo parecen estar entrelazados con el valor y lo bueno. Sin un lado emotivo, no habría ninguna moralidad, ninguna bondad en Dios. Dios debe entender y sentir como nosotros si es un ser moral a quien es atribuible la alabanza y la culpa. Si siente, puede ser influenciado por el sentimiento equivocado.
¿Es Dios encomiable?
Este último punto trae el problema final con el argumento de Swinburne. Dios es objeto de culto y alabanza. El mismo Swinburne entiende que ese homenaje sólo se debe a los seres que son libres en sus acciones morales. Dice:
Si la elección de P para actuar A es completamente explicada por un estado del cerebro, o por su constitución genética, o por su crianza, que le afecta según las leyes naturales, entonces, dado el estado del cerebro o la constitución genética, o la crianza, P no podría más que escoger como lo hizo - como asunto de necesidad física. En ese caso, difícilmente se le puede alabar o culpar de hacerlo porque la responsabilidad máxima por lo que P hizo no es de P, sino va mucho más atrás en el tiempo.
Para usar la terminología de Swinburne, la santidad en Dios es una parte de su "constitución genética". No puede evitar hacer el bien. Hace el bien "de necesidad". Swinburne llama a eso perfectamente libre. Yo lo llamo no tan libre. No dejársele con otra elección no es libertad. Exactamente en el lugar donde Dios debe ser libre para ser encomiable, Swinburne lo tiene atadado en cadenas. No es capaz de otra acción y no puede ser influenciado por motivos incorrectos. Sin embargo, lo vamos a alabar por hacer lo único que pudo hacer, como si eso fuera digno de nuestra veneración.
Swinburne intentaría responder a esto al decir que lo que él niega que es encomiable es cuando se actúa fuera de las propias intenciones. Es la acción intencional la que es encomiable o censurable, pero la acción causada por el cerebro o la genética no es verdaderamente intencional. Ésta es una distinción justa. El ser perfectamente libre de Swinburne no es causado para actuar en esa forma, simplemente no tiene otras opciones. Lo que escoge, lo escoge libremente, pero no tiene el alcance completo de opciones para darle una elección moral. Esto hace recordar la explicación calvinista que el hombre es responsable por su maldad porque escoge libremente lo que él "quiere", aunque lo que quiere está determinado por una naturaleza que no escogió. Así como esa determinación elimina la culpa verdadera para el "pecador", debe también removerse la verdadera alabanza para la "santidad" de Dios.
¿Ser "libre" o ser moral?
Lo que realmente dice el argumento de Swinburne, como en La esclavitud de la voluntad de Lutero referente al pecador, es que Dios es libre para elegir en asuntos de importancia no moral, de ahí Él tiene voluntad. Sólo puede elegir el bien en asuntos de moral. Por tanto, Él no es moralmente libre. De ser así, como el pecador de Lutero no es un agente moral, también al Dios de Swinburne se le debe negar el título. La libertad para escoger entre el bien y el mal es una condición de ser un agente moral. La santidad es la elección libre de lo bueno, en la presencia de una elección posiblemente igual de lo malo. El Dios de Swinburne carece de eso, y no es candidato a una solución de gobierno moral para las implicaciones de la bondad voluntaria de Dios.
No estoy al tanto de argumentos adicionales que intentan negar que la bondad voluntaria implica la posibilidad de pecar. Las que hemos examinado no funcionan. Dios es bueno. Dios es fiel. Es digno de nuestra alabanza y confianza más elevadas porque es una disposición voluntaria que ha ejercido por la eternidad. Es nuestro fundamento sólido de esperanza, y ésa es la única de las muchas razones que a Él libremente alabamos y seguimos.