La eternidad de Dios
De Bo Bolding
"El eterno Dios es tu refugio, Y acá abajo los brazos eternos." (Dt. 33:27)
La escritura declara que Dios es eterno. En categorías teológicas, la eternidad es tratada como un atributo de la naturaleza esencial de Dios. Definir y describir este atributo no es una tarea fácil. De hecho, cualquier definición no sería suficiente, por la simple razón de que no tenemos manera de entender lo que significa ser no creado o no tener comienzo. Esto no quiere decir, sin embargo, que cualquier entendimiento derivado necesariamente será impreciso, sólo incompleto, pero esto, desde luego, es cierto con toda la teología.
Para definir la eternidad como se relaciona con la existencia de Dios, un buen punto de partida es reconocer la cualidad de ser no creado. Esto es, Dios existe por sí mismo, sin principio ni fin. No hubo ninguna causa que diera lugar a la existencia de Dios, sino más bien la creación le debe su existencia a Dios. El que algo era existente por sí mismo es la prueba del argumento cosmológico. "Si cualquier cosa ahora existe, entonces debe ser existente por sí misma porque nada viene de la nada".
La idea de que Dios no tiene principio o fin es inexplicable, pero concebible. Mas detenerse aquí con nuestra descripción de la eternidad sería poco satisfactoria. El siguiente paso es determinar la relación entre la eternidad y el tiempo. ¿Acaso la eternidad trasciende el tiempo? ¿Son la eternidad y el tiempo mutuamente incluyentes o excluyentes? Estas preguntas forman la esencia de nuestra indagación. Cómo se responda aquí, afectará la forma que uno ve otras cualidades de la naturaleza de Dios, tales como inmutabilidad, omnisciencia y trascendencia. En otras palabras, el concepto de la eternidad de uno se vuelve una cuenca teológica a la que deben fluir las implicaciones teológicas. Es en este punto que los teólogos están divididos sobre el concepto de la eternidad. Algunos han postulado que Dios es intemporal, mientras otros contienden que el tiempo es esencial para su naturaleza.
La eternidad como intemporalidad
La eternidad como intemporalidad significa que Dios trasciende o habita fuera de las dimensiones del tiempo. El pasado, presente y futuro pierden su distintividad, ya que se fusionan en un momento eternamente fijo. No hay sucesión o duración para Dios. Estas características aplican al orden creado, pero no al Creador. Él disfruta de todo el alcance de conocimiento, experiencia, eventos y relaciones en un momento eternal. Ayer no es pasado. Mañana no es futuro. Ambos son eternamente presentes. Parecería que esta postura de la eternidad es favorecida porque sujeta tales doctrinas como la inmutabilidad, omnisciencia, y trascendencia. El tiempo o la sucesión implica cambio. Si Dios puede tener una experiencia ahora que no tenía hace un momento, podría decirse que ha cambiado de alguna manera, aunque no necesariamente en su ser esencial. La intemporalidad añade permanencia y seguridad, dos cualidades que traen esperanza en un mundo de cambio e incertidumbres constantes. Si Dios vive por encima del tiempo, tendría un perfecto recuento de todo conocimiento. Nada podría ser futuro y contingente para él, porque ya habita el futuro. Así como tenemos certeza de conocimiento en el presente, Dios tiene certeza de conocimiento de todo el futuro, porque el futuro para Dios coexiste con el presente. Y si Dios es un Ser intemporal, lo haría cualitativamente diferente del hombre en que no estaría sujeto por las restricciones del tiempo. Le haría único y divinamente de otra manera. Ésta es la doctrina de la trascendencia.
Muchos argumentan, como Ronald Nash, que la doctrina de la intemporalidad divina es un concepto griego que se origina en la filosofía de Platón, que madura en el sistema del neoplatonismo y encuentra su paso en el pensamiento cristiano por medio de Agustín, quien se considera ser un cristiano platonista. Además de Agustín, fue luego sostenida por Anselmo, Aquino y los reformadores.
La eternidad como tiempo interminable
La eternidad como tiempo interminable significa que no hay comienzo o fin en el proceso del tiempo. El tiempo se extiende infinitamente en el pasado y perdurará infinitamente en el futuro. El presente para Dios es el mismo que el presente para nosotros. Dios hace cosas secuencialmente, ya sea pensar, actuar o relacionar. El pasado, presente y futuro son claramente distinguibles para Dios. El pasado se ha ido. El futuro está por ser. Todo lo que existe por ahora es el presente.
Esta postura es favorecida por su simplicidad y dinamismo. Es fácil de comprender y tiene sentido. Ya que hemos dejado el pasado, disfrutamos el presente, y nos movemos al futuro, nos parece natural que Dios experimente lo mismo. También, presenta a un Dios que está activo y que es personal. Es un agente que continuamente transmite su energía para sostener el universo. Actúa en el mundo presente sin dificultades filosóficas de cómo lo hace. La ubicación temporal no es un problema para un Dios que experimenta el tiempo. La relación con el hombre es real e íntima. Además, parecería que un caso por el tiempo interminable sería más fácilmente confirmado desde la escritura que desde la intemporalidad.
Samuel Clarke y Jonathan Edwards sostuvieron la idea de que la existencia eternal de Dios era de interminabilidad en vez de intemporalidad.
Consultando libros de teología de los siglos 19 y 20, descubrí que ninguna de estas posiciones sobre la eternidad de Dios era sólo sostenida por algunos; más bien, cada posición tenía muchos seguidores. Además, ninguna postura era estrictamente una doctrina calvinista o arminiana. Ambos sistemas tenían muchos seguidores de cada postura.
Una teología del tiempo
Para entender el concepto de la eternidad, primero será necesario explorar la comprensión bíblica del tiempo. La naturaleza del tiempo tiene varios rasgos diferentes o características que pueden ser vistos mejor al examinar las varias palabras de tiempo en el uso por toda la Biblia.
Chronos y kairos
"Pero acerca de los tiempos (chronos) y de las ocasiones (kairos), no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba" (1 Ts. 5:1).
Se usan en este pasaje dos palabras claves de tiempo: chronos y kairos. Chronos normalmente designa un periodo o espacio de tiempo, mientras que kairos funciona para carecterizar el contenido y cualidad del tiempo que indica. "Kairos, sea la duración del chronos involucrado, resalta la importancia de ese momento extendido o breve". En otras palabras, chronos es una sucesión de tiempo, mientras que kairos es un tiempo designado. En términos modernos, podemos decir que el día de graduación es el 15 de junio, dentro de tres meses. La cantidad de tiempo que es de tres meses corresponde a chronos. La fecha designada y la ocasión del evento corresponde a kairos.
Al usar estas dos palabras, Pablo está enfatizando la duración de tiempo (cuánto tiempo) y el periodo definitivo (qué fecha) en la que Cristo regresará.
Arche y Telos
"Yo soy el Alfa y la Omega, el principio (arche) y el fin, el primero y el último (telos)" (Ap. 22:13).
Este versículo contiene otras dos palabras esenciales para nuestra investigación, arche and telos. Arche lleva la idea de "un comienzo," un origen, o una causa activa. Telos es usado para describir el límite, el resultado final de un estado o proceso, cumplimiento, el objetivo o propósito de una cosa y el último en una sucesión o serie. En esencia, arche retrata el comienzo de un evento, para el que telos sea el punto final de ese evento. Chronos, aunque no está mencionado en este versículo, sería la duración o sucesión de tiempo entre estos dos puntos, principio y fin. Jesús está diciendo por estas palabras que él es Aquel que es responsable por el principio del curso de la historia humana, y que él será Aquel que lo lleve a su término. Usa la terminología para amonestarlos para estar (continuar para practicar rectitud), porque él viene pronto para cerrar la historia y dar a cada hombre según sus obras. En otras palabras, él es el Creador y Juez.
Hay otras palabras referentes al tiempo que tienen características similares, pero éstas servirán para otros propósitos. Además, el hebreo tiene una palabra que se relaciona con el significado de la palabra griega kairos: et. Describe un punto fijo de tiempo. Como kairos, connota el tiempo propio o apropiado, o un periodo fijo regular de tiempo, como la primavera (temporada). No hay palabra hebrea equivalente a chronos, pero la noción de sucesión o extensión de tiempo está implícita en otras palabras para día, año y hora. También, la idea de duración es evidente en las palabras hebreas para eterno y sin fin. Las veremos después.
La Biblia es rica en significado como se relaciona con el tiempo. Para resumir, las siguientes palabras significan:
- Arche - Principio, origen, causa activa.
- Chronos - Cantidad de tiempo, duración, cantidad, extensión de tiempo, sucesión de tiempo.
- Kairos - Calidad de tiempo, punto o designación fijo de tiempo que está marcado por características principales.
- Telos - Fin, resultado, o cumplimiento del proceso de tiempo. Compleción de una secuencia o serie.
El significado de eternidad
Volviendo a nuestra pregunta original, ¿son el tiempo y la eternidad mutuamente incluyentes o excluyentes? Sorprendentemente, ambas palabras hebreas y griegas para eternal o interminable llevan las características del tiempo. Aion (griego) es la palabra usada en el Nuevo Testamento y el equivalente para Olam (hebreo) en la LXX. Designa un largo periodo de tiempo, sea pasado o futuro. Puede llevar la idea de la duración de la vida de alguien desde el nacimiento hasta la muerte, que implica un periodo definido de tiempo. También, muy frecuentemente se refiere a "tiempo remoto" o duración interminable. En cualquier caso, una duración larga puede ser un tiempo, específicamente un tiempo limitado o un periodo ilimitado de tiempo. Puede referirse a una época o era como se usa en la apocalíptica judía o escatología neotestamentaria. "Pablo hace uso de conceptos apocalípticos en su escatología. Usa la palabra aion para designar el curso del mundo aparte de Cristo y bajo el control del pecado que Cristo nos libró 'del presente siglo malo', Gá. 1:4".
El concepto primario como se relaciona en nuestra discusión en su aplicación con Dios es de tiempo sin fin, sea extendiéndose en el pasado o hacia el futuro. El concepto de intemporalidad es ajeno al significado de la palabra. Sería grandioso si la búsqueda terminara aquí, pero el debate no parece que termine con sólo una palabra de estudio. Aunque estas palabras proporcionan resultados interesantes, uno pudiera descartar la conclusión de que Dios vive en el tiempo con base en que estas palabras son usadas para acomodar nuestro propio entendimiento, ya que podemos sólo pensar en términos del tiempo. Se vuelve obvio que esto sea más que una indagación bíblica, es primordialmente una indagación filosófica.
Los problemas del eterno ahora
La posición de la eternidad intemporal, o lo que comúnmente se llama el "eterno ahora", es problemática de las siguientes maneras:
- Hace a Dios estático en vez de dinámico.
- Lo despoja de personalidad y creatividad.
- Hace a la creación eterna como Dios, sin principio o fin.
Dios estático vs. Dios dinámico
Un Dios intemporal es un Dios sin cambio, sin movimiento. La intemporalidad anula cualquier movimiento en la experiencia de Dios, porque le resta la dimensión de sucesión. Esto significa que Dios pierde algo de dimensionalidad. Un cubo es mayor que un plano, porque tiene una dimensión extra. Y una línea es inferior a un plano porque tiene una dimensión menos. De la misma manera, negar a Dios la dimensión de la sucesión es reducirlo a un punto fijo sin fluidez. Si tal existencia fuera posible, nada sería nuevo para él. Todo lo que llamamos el futuro sería tan real para Dios como el presente. Esto es porque habitaría todo el futuro. El futuro no se mueve hacia él y él no se mueve hacia el futuro. El futuro no es diferente que el presente para él. Del mismo modo, el pasado no está detrás de él. Él no recorrió el transcurrir de hacer historia. Para Dios, el futuro aún no es, ni el pasado ha sido ya. El pasado, presente y futuro se disuelven en un presente coexistente. Todo conocimiento, experiencia y relaciones son sostenidas en una fijación simultánea. Cierto es que los seguidores del eterno ahora no enfatizarían en la naturaleza estática de la intemporalidad, pero esto parece ser una conclusión ineludible.
¿Puede el Creador crear?
Si no hay sucesión en la eternidad, entonces Dios no puede ser Creador. Sin secuencia, ningún evento precede o sigue a otro. Por tanto, el pensamiento de Dios y el acto de crear el mundo habrían sido simultáneos. Génesis registra seis días de creación. Para nosotros, esto revela secuencia. El primer día vino primero seguido por el segundo día. El sexto día fue el último, precedido por los primeros cinco días, pero todo esto es sin propósito para Dios. Puesto que él no creó el primer día, luego el segundo, seguido por el tercero, cuarto, quinto y sexto día. Más bien, todos fueron creados simultáneamente. Incluso, nada precedió el principio de este mundo. Para reconocer un tiempo en el que este mundo no existía, es tomar prestado el concepto del tiempo. En otras palabras, presuponer un principio para algo es reconocer un tiempo cuando aquello no existía, por consiguiente, revelando sucesión.
Se nos dice que Dios no hace nada en sucesión. Todos los eventos permanecen iguales en la presencia eterna de Dios, nada precede y nada sigue. Se dice con frecuencia que Dios creó el tiempo cuando creó el mundo, pero uno puede y debe preguntar: ¿cuándo hubo un momento antes de la creación? Si no hubo ninguno, entonces no hubo ningún acto real de creación.
Veamos esto desde otro ángulo. ¿Puede Dios crear un nuevo pensamiento que nunca haya pensado antes? Si no, nunca pudo. Si nunca pudo, nunca fue un Creador.
Crear algo implica un comienzo (arche). Los comienzos implican sucesión. Para que Dios sea un Creador, el tiempo debe ser real para él. Por otro lado, un ser intemporal puede estar encerrado en un estado de lo que es, no lo que puede ser.
La creación eterna
Si hubo un tiempo en la experiencia consciente de Dios (vida) que no existíamos, y luego sí existíamos vía un acto creativo, entonces el tiempo (sucesión) es real. Si no hay distinción entre nuestra pre y post-existencia para Dios, entonces el tiempo no existió. Nada es creado jamás. Nada se mueve nunca; ni el pensamiento, ni el sentimiento, ni la elección. El tiempo y la actividad son ilusiones y la vida es sin movimiento.
Un error frecuente hecho por los seguidores de la intemporalidad fue usar palabras de tiempo para describir la intemporalidad, pero hacerlo es atribuir las características de tiempo a no tiempo, que desde luego es contradictorio. Por ejemplo, se dice con frecuencia que Dios existió antes que hubiera un universo, y antes que hubiera tiempo. Antes es una palabra de tiempo. ¿Cómo puede haber un antes para un ser intemporal? No puede haber un antes para Dios, puesto que es intemporal, y por necesidad no puede haber un antes para la creación, ya que esto requiere un acto de Dios no realizado previamente.
La creación implica existencia presente y no existencia previa. Si no hay un tiempo en la vida de Dios cuando no experimentó a la humanidad, entonces la humanidad es eterna. Nuestra conciencia del presente sería engañosa. El tiempo sería una ilusión, pues en realidad, nuestra existencia entera es tan real en el pasado y futuro como es en el presente. Estamos sólo conscientes del presente, pero Dios experimenta nuestro pasado tan vívidamente como experimenta nuestro futuro. El hecho de que Dios experimente cada incremento de nuestra vida futura nos fuerza a tener una existencia real ya presente en cada etapa del futuro. Esto es ciertamente extraño; sin embargo, siguen las suposiciones de la intemporalidad. En esencia, el hombre no puede ser nada más que una extensión de Dios, una noción panteísta.
Análisis de textos bíblicos
Los seguidores de la posición de la eternidad intemporal apelan a ciertos textos para probar y demostrar su caso. Examinaremos unos cuantos de los pasajes más conocidos.
2 Pedro 3:8: "Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día".
Algunos piensan que este versículo enseña la intemporalidad porque mil años es para Dios como un día. ¿Cómo pueden mil años parecer como un día? Puede ser el caso de que la duración y sucesión son removidas para que el paso lento del tiempo no se sienta. Además, algunos pueden argumentar que la razón de que un día parezca como mil años es porque en lo eternal no hay diferencia entre mil años y un día. Todos coexisten en una sola existencia presente, pero ¿es esto una interpretación necesaria o válida del texto?
Este versículo intenta ser un argumento en contra de los escarnecedores que en el versículo 3 & 4 vendrán (y probablemente están ya presentes) diciendo: "¿dónde está la promesa de su venida?", y también como una fuente de esperanza para los cristianos que anhelan el regreso del Señor. Pedro ofrece la razón de la tardanza de la Parousia, pero mantiene una expectativa para su venida. Bauckham dice: "Fue la característica del apocalíptico judío y cristiano para sostener en tensión la expectativa inminente y un reconocimiento de la tardanza escatológica".
Pedro continúa en el versículo 9: "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento". Su uso de "mil años como un día " es con el propósito de enfatizar la paciencia del Señor. Las expectativas de los hombres son cortas y limitadas a su propia duración de vida, pero Dios ha perdurado toda la historia humana. A luz de esto, mil años son cortos desde su perspectiva. No está influido por el paso del tiempo; más bien, su paciencia es hermosamente extendida a fin de que más puedan proceder al arrepentimiento.
Aunque no es una cita, este versículo toma prestado la figura de "mil años como un día" del Salmo 90:4. "Porque mil años delante de tus ojos Son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche". La misma idea está presente aquí concerniente a la perspectiva de Dios del tiempo. En el contexto, contrasta la interminabilidad de Dios con la edad de la tierra y la duración de la vida del hombre. Mil años no son nada a la vista de la eternidad (tiempo sin fin). La inclusión de "que pasó" reconoce el proceso de tiempo o sucesión. En vez de enseñar la intemporalidad, estos pasajes muy fuertemente apoyan el tiempo interminable.
Apocalipsis 10:6:
"y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más:".
La palabra griega para tiempo en este versículo es chronos. El argumento deduce que el tiempo fue creado para el hombre mientras estuviera en este medio físico, pero que va a llegar a un fin como se predice en Apocalipsis. Si chronos significa sucesión o duración, y si va a llegar a un fin, entonces no habrá más sucesión o duración. El tiempo es sólo para este plano terrenal, pero no para el mundo que ha de venir.
Mounce dice: "La mayoría de los primeros escritores interpretan esta declaración como una afirmación metafísica sobre el fin del tiempo como una secuencia de eventos. La traducción de la versión de autorizada refleja esta interpretación. Éste no es el significado de tiempo aquí". Luego de la sexta trompeta, Juan ve a un ángel poderoso de pie sobre la tierra y el mar. Sosteniendo un librito en su mano, el ángel jura poderosamente por el Creador del cielo y la tierra. "La sustancia de su juramento es la profecía de que no habrá más dilación (chronos), sino que cuando suene la séptima trompeta, el misterio de Dios predicho por los profetas será cumplido". Dilación es la mejor entrada para chronos en este texto, porque como Mounce afirma posteriormente, "Prácticamente sería innecesario que un ángel se pusiera él mismo bajo juramento sólo para dar una aseveración sobre la naturaleza intemporal de la eternidad".
Apocalipsis 1:8:
"Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, " el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso".
Algunos argumentan que este versículo demuestra que Dios habita el todo del tiempo. En otras palabras, abarca todo el pasado, presente y futuro, pero esto no es sostenible. El significado simple y claro de este versículo es inmediatamente tomado superficialmente. El Señor fue antes de todas las cosas, continúa actualmente con el movimiento de la historia, y perdurará hasta el fin.
La eternidad como tiempo interminable
Como se ha visto, una eternidad intemporal no se sustenta por la escritura, y es filosóficamente problemática. En contraste, Dios es retratado como Uno para quien el tiempo es real y esencial. Todas las palabras de tiempo son usadas para describir sus acciones en la misma manera como se usan para el hombre. Y las palabras para eternidad no han probado ser de una naturaleza intemporal, sino una de tiempo interminable. Todo esto no es para sugerir que no hay algunos problemas filosóficos con el concepto de tiempo sin fin. El problema principal es cómo concebir de un Ser que no tuvo ningún principio, y sin embargo para quien el tiempo es real.
El tiempo: ¿Intrínseco o extrínseco a la naturaleza de Dios?
Es importante hacer una distinción aquí entre la existencia de Dios y su creatividad; entre su Ser (substancia) y su Personalidad. La existencia no creada de Dios no puede ser durativa, porque el tiempo puede ser afirmado donde hay un comienzo. Esto no sugiere un Dios y una eternidad intemporales. Más bien, su existencia no puede ser medida por el tiempo, porque no hay un punto de inicio al que se le puede fijar una secuencia, sólo un infinito de existencia que se extiende en el pasado, pero Dios como una Persona puede crear nuevas existencias que tienen un comienzo, un punto de origen real de tiempo. La duración puede medirse del comienzo de actos divinos para su compleción. Uno pudiera preguntarse cómo la naturaleza esencial de Dios puede ser intemporal (sólo en el sentido de no conmensurable), y sin embargo estar activo en el tiempo. Obviamente, esto es por lo que muchos optan por el concepto del eterno ahora. Sin embargo, la intemporalidad como se usa aquí no es en el sentido de pasado, presente y futuro, fusionándose en un presente siempre existente. Más bien, la intemporalidad implica la inhabilidad de obtener un punto de inicio para la existencia de Dios para que permanezca inconmensurable. Esto es concebible para uno que ve a Dios como creando el tiempo con cada acto. El tiempo y la intemporalidad en este sentido no son incompatibles; en cambio, son principios eternos que se relacionan con Dios.
El tiempo es una función de personalidad. Es el centro de nuestros pensamientos, sentimientos y voliciones. Cada pensamiento, emoción o elección ocasiona una secuencia nueva. Un pensamiento lleva a otro. Un acto sucede a otro. Pensamientos y acciones se mueven en orden sucesivo, uno tras otro. Por tanto, el tiempo es intrínseco a la personalidad. Con frecuencia, el tiempo es definido como una estructura que existe externamente o fuera de Dios. Si el tiempo es extrínseco para Dios, debemos objetar por ser de Dios un sujeto de él. Sin embargo, cualquier atributo que es intrínseco a la naturaleza de Dios no debe ser visto como una limitación, porque cualquier cosa que está atada en Dios internamente desde su Ser es simplemente por definición quien es él y como es él. Por ejemplo, Dios no puede mentir. Intrínseca a su naturaleza es esta cualidad de carácter. Esto es un límite sólo en el sentido de que es derivado desde dentro. No es un límite en el sentido de ser controlado o privado desde afuera. Por consiguiente, el tiempo es un atributo empoderador que sirve al amor de Dios para crear cosas nuevas.
La compresión y expansión del tiempo
El hombre tiene un sentimiento de abrumarse por el tiempo. Tenemos 15 minutos para llegar al trabajo. Una hora para hacer el trabajo. Sentimos como si nunca hubiese tiempo suficiente para completar cual sea la tarea ante nosotros. Sólo podemos hacer tanto en un tiempo dado asignado. En tanto nos hacemos viejos, descubrimos el deterioro y la debilidad de nuestros cuerpos. Ciertamente, no queremos atribuir estas experiencias a Dios, pero ¿es el tiempo el culpable? El tiempo para Dios no es sólo diferente cuantitativamente, sino también cualitativamente. El movimiento en el que vivimos inhibe nuestra productividad en el tiempo. Vivimos en un universo físico, según al que estamos sujetos a toda clase de leyes físicas. Por ejemplo, la gravedad y el grado de fuerza en nuestros músculos limita qué y cuán rápidamente podemos hacer las cosas.
Estas limitaciones físicas en el hombre finito obstruyen nuestra habilidad en el tiempo. Está siendo físicamente atada, no por el tiempo que restringe al hombre. Sin embargo, esto no es un factor inhibidor en Dios, puesto que es infinito y no está restringido por limitaciones físicas. Puede realizar un número infinito de obras (actos) en un momento de tiempo. En otras palabras, puede comprimir el tiempo al incrementar la frecuencia de las sucesiones en un momento dado, o expandir el tiempo al extender sus actividades sobre una duración más larga (como los 400 años de silencio). El tiempo simplemente describe el proceso de los pensamientos y acciones de Dios, no la velocidad con la que los hace.
El tiempo interminable y la inmutabilidad
Algunos están preocupados de que si Dios está confiado en el tiempo que puede cambiar de alguna manera. Se da por sentado que todo cambio sólo probará un Dios inferior y finito, porque todo cambio es, ya sea para bien o para mal. Ya que Dios es necesariamente el Ser más grande posible, no puede cambiar para bien. Y cambiar para mal no haría de Dios el Ser más grande posible. Morris pregunta: "Pero ¿por qué pensar que todos los cambios posibles son cambios en valor? ¿Acaso no puede haber cambios en valor neutrales? En tanto escribo esta oración, cambio de formar una letra para formar la siguiente, pero no veo ninguna razón para pensar que tales cambios necesitan un aumento o disminución en mi valor intrínseco o estatura metafísica en lo absoluto". Igualmente, Dios puede cambiar de una actividad a otra sin ningún cambio de valor en él. El salmo 102:25-27 es un texto de prueba para la inmutabilidad de Dios. La obra de las manos de Dios perecerá, pero Dios perdurará. Se desgastará y cambiará, pero Dios permanecerá siendo el mismo. Mas este pasaje también incluye el elemento del tiempo. Se dice de Dios que sus años nunca llegarán a su fin, mientras permanece el mismo.
Este pasaje enseña que Dios fundó la tierra y los cielos en el pasado, aunque se desintegrarán en el futuro, Dios perdurará. Esto apoya la interminabilidad, no la intemporalidad. Así, el tiempo interminable no perturba la doctrina de la inmutabilidad.
Conclusión
Hemos dado una reseña de todas las posturas prevalecientes de la eternidad, la intemporalidad e interminabilidad. La posición de la intemporalidad no parece sostenible debido a su ausencia sorprendente en la escritura. Parecería que el "eterno ahora" es un constructo filosófico diseñado para resolver ciertas tensiones teológicas, pero en sus nobles intentos, ha creado más problemas de los que ha resuelto. Además, ha violado el testimonio claro de la escritura, donde Dios y el hombre son retratados como activos en el tiempo. En ninguna parte en la escritura se nos dice que Dios creó el tiempo, que habita en una eternidad intemporal, o que debamos tratar sus eventos estructurados de tiempo como arreglos para el hombre de mente débil. A veces se nos dice que Dios sólo describió sus actividades con orientación de tiempo, porque no podíamos entenderle de ninguna otra forma. Si fuera esto cierto, entonces no tenemos ninguna razón para especular en lo que podría ser. Si no podemos entender por revelación directa de Dios, entonces ciertamente no podremos ser capaces de entenderlo por la razón y la filosofía. Debemos contentarnos con aceptarlo de la forma que Dios lo ha descrito, porque ésta es la forma que él quiere que pensemos al respecto.
Este ensayo no es ciertamente exhaustivo en el tema, pero he abordado los asuntos principales y examinado los textos más debatidos. He tomado la posición del tiempo interminable primordialmente debido a su presencia en la escritura. Ése es mi criterio sin importar cuán difícil sea reconciliar con la filosofía o las fórmulas teológicas. Me parece que, si la eternidad intemporal es cierta, el peso de la prueba no yace en la postura del tiempo sin fin, sino en la postura de la intemporalidad.