El tiempo y qué hacer con él
de Robert W. Graves
Personalmente encuentro interesante de Charles Finney la habilidad para desarrollar una filosofía libre de ir en una dirección aparte de la postura de la mayoría. Con cuidado pensaba las cosas y estaba consciente de las suposiciones que hacía. También, tenía el hábito de clarificar exactamente qué suposiciones hacía, y qué declaraciones requerían discusión.
Aunque no estoy tan bien versado en filosofía como mi buen amigo el Dr. Michael McKimmy (profesor de filosofía en una universidad estatal), he encontrado interesantes sus comentarios sobre tendencias culturales y filosóficas.
El Dr. McKimmy me dice que la idea de que Dios vive fuera del tiempo era ajena a la cultura hebrea precristiana, y que el tiempo como algo para Dios de estar fuera se introdujo en el pensamiento judeocristiano por teólogos influidos por la filosofía griega. Además, es un concepto difícil de captar para muchos que no son occidentales.
Nosotros de descendencia europea somos los únicos que encontramos aceptable este concepto sin discusión. La mayoría de los cristianos que conozco, quienes verdaderamente creen que Dios está fuera del tiempo, lo creen por suposición, nunca lo pensaron seriamente. Lo escucharon alguna vez, tuvo sentido para ellos, y así continuaron, o como calvinistas, lo aceptaron como parte del paquete de esa doctrina. Por otro lado, la gente de culturas no europeas por lo regular requieren algún tipo de prueba filosófica antes de que para ellos la idea sea aceptable.
Aunque Dios introdujo perspectivas a través de los escritores neotestamentarios que no contemplaron previamente (La unidad del cuerpo y otras ideas similares), este asunto del tiempo no fue uno de ellos.
Lo que quiero decir es: debemos imitar el ejemplo de Finney, y requerir que las perspectivas teológicas deban tener su raíz en textos bíblicos y no en nuestras suposiciones culturales y filosóficas. He aprendido a requerir de mí consideración más a fondo de cualquier asunto que parezca ser tan fácilmente dado por sentado por mi cultura, pero no específicamente establecido en la escritura.
Jesús dijo: "Yo soy el Alfa y la Omega". Lo que quiso decir por eso está sujeto a mucha interpretación. Sin embargo, dar significado a esa frase desde una perspectiva filosófica que era griega (pagana en ese entonces) es un paso peligroso que no debe hacerse sin algo mucho más explícito, o por lo menos que le requiera ser filosóficamente consistente con otras conjeturas explícitamente hechas en la Biblia.
Otro ejemplo de este tipo filosófico de sacar conclusiones precipitadas es la idea de que Dios tiene un plan específico y detallado para mi vida. Éste también tuvo su inicio en las ideas griegas, y fue luego más altamente desarrollado en los círculos calvinistas. Las obras de Finney me han persuadido de que la voluntad de Dios para mi vida es una voluntad moral. Esto es: Dios está más preocupado con las buenas decisiones contra las malas decisiones tomadas por mí que con las decisiones de derecha o izquierda.
En la escritura, Dios comisionó a ALGUNAS personas a realizar y lograr ciertas tareas específicas, pero esto fue la excepción en vez de la regla. Para todos nosotros, sin excepción, la voluntad moral de Dios siempre aplica. Aunque la escritura específicamente establece que la voluntad moral de Dios aplica a todos, la escritura en ningún lado establece que Dios tiene elecciones específicas, detalladas y pragmáticas, individualmente a la medida para cada uno. (por ejemplo: Dios llamó a David para ser rey y a Samuel para ser profeta, pero no tenemos idea si los cuidadores de caballos de David fueron llamados para ser eso, o simplemente eligieron esa tarea porque era una excelente oportunidad en ese entonces.
Dios puede llamarlos a ustedes a ser misioneros, o pueden ustedes, en obediencia a la ley moral, valorar la necesidad, tomar las habilidades requeridas para salir por amor a Jesús y al prójimo. Me parece que muchas de las decisiones de derecha contra izquierda que tomamos están sujetas al libre albedrío y al domininio de la tierra que Dios ya ha soltado en nuestra responsabilidad.
Yo soy libre de elegir ser programador de computadoras o reparador de guitarras, a menos que Dios específicamente me comisione hacer alguna otra tarea en particular. Sin embargo, cual sea lo que elija, no estoy moralmente libre para decidir hacerlo bien o pobremente. Si programo computadoras, entonces debo hacerlo como para el Señor, si arreglo guitarras, entonces debo hacerlo como para el Señor. Y si elijo una dirección por otra, la diferencia puede ser la preferencia personal a menos que la ley moral del amor sea de alguna forma violada al elegir una preferencia personal por alguna otra elección que mejor sirva a Dios y mi prójimo.
En cualquier caso, sería una violación a la ley moral escoger una dirección en la vida que de alguna manera descuide la obligación de amar a Dios con todo el corazón y amar al prójimo como un igual. Quisiera argumentar que el cristiano ha rendido el derecho a elegir cualquier cosa por alguna razón aparte de la elección que se amolde bien para la mejor evaluación honesta con la ley moral. Ese requerimiento que se ha cumplido es justificación suficiente para proceder sin recibir alguna vez de Dios una comisión específica para hacerla. Descuidar hacerla sería pecado. Dios en la escritura reserva comisiones específicas para tareas que ningún individuo debe hacer sin revelación.
Pudiera ver la necesidad de la gente de oír la voz de Dios, pero no puedo elegir volverme un profeta --Dios debe primero comisionarme. Sin embargo, no necesito más palabra de Dios para decidir hacer lo mejor para proveer para mi familia, apoyar el evangelio, y hacer mi parte para hacer de mi mundo un gran lugar del cual ame a Dios. La ley moral es plenamente suficiente para aconsejarme. Si tomo tiempo adicional para descubrir la voluntad específica de Dios, entonces estoy postergando mi obligación moral.
Resuelvo este asunto de la voluntad de Dios para mi vida de la siguiente manera: Estoy moralmente obligado a hacer lo que es moralmente correcto ante mí y rehusar lo que es moralmente incorrecto. Todas las otras elecciones son la bendición libre de Dios y mi responsabilidad. La única excepción a esto sería un llamado específico de Dios que pudiera interrumpirme mientras estoy ocupado trabajando en la dirección de lo que entiendo es mi obligación moral.
Permítanme unir estas dos ideas. La idea de que Dios está fuera del tiempo me causa sentir muy dentro de mí que el tiempo está fijo. No hay nada que pueda hacer. Mañana meramente será revelado, pero nunca cambiado. La idea de que no puedo tomar una decisión hasta que Dios específicamente revele lo que es su elección para mí causa muy dentro de mí esperar la revelación. Estas dos ideas se desarrollaron del pensamiento griego y ambas causan postergación lamentable dentro del cuerpo de Cristo.
Si, y cuando Dios tiene algo específico para que yo haga, mejor para él y y todos nosotros que Dios deba interrumpirme de mi curso de acción que encontrarme sentado sin hacer nada, más que esperar que él me diga qué sigue en su lista divina de pendientes por hacer. Todos deberíamos estar tan ocupados haciendo la voluntad moral de Dios que las elecciones específicas comisionadas por Dios requerirían revelación del Espíritu Santo que altere nuestro curso previo.
Puedo estar confortando a un padre, cuyo hijo falleció, como un acto de compasión y empatía. Puedo esforzarme para estar en la presencia del consuelo de Dios. Hago todo esto sin esperar que Dios diga, "Sí, ve a hacer eso". Mi percepción de la necesidad de esa persona, mi disponibilidad, y habilidades ya requieren acción. Sin embargo, si cuando estoy confortando a esa persona, el Espíritu Santo me da un codazo y dice: "Esta persona está molesta porque tiene pecados sin confesar contra su hijo". Entonces, y sólo entonces, me doy cuenta que Dios quiere que haga más de lo que simplemente parece. Puedo o no puedo recibir más dirección. No importa, mi curso de acción es claro.
Los efectos del mal en este mundo son incesantes y devastadores. Nosotros que somos del cuerpo de Cristo necesitamos dejar de ser tan pasivos. Hemos ideado tantos conceptos teológicos que nos hacen ir muy despacio para realizar lo que debe realizarse que el Reino de Dios sufrirá.
Nuestra comisión es ver que el evangelio se predique a cada persona. Podemos hacerlo personalmente o trabajar mucho para apoyar una economía que pueda solventar para enviar a otros. De cualquier forma, nuestro trabajo es cambiar el futuro. No esperen el futuro --tomen decisiones que cambien el futuro hacia aquello que se parezca más al Reino de Dios.
Nuestra comisión es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sólo este propósito puede tenernos más ocupados de lo que sabemos cómo tratarlo. No esperen que Dios les diga a quién hablarle, adónde ir, qué trabajo tomar, con quién casarse, etc. Cuando consideran estas elecciones, hagan lo que es moralmente adecuado, y si estas decisiones interfieren con el bien de Dios, entonces él lo aclarará cuando llege el momento. Nuestro trabajo no es pasar el tiempo, sino cambiar los tiempos. Nuestro trabajo no es buscar la voluntad de Dios, sino hacer la voluntad de Dios.
©1996 Robert W. Graves; Todos los derechos reservados.